Iglesia de Nuestra Señora del Castillo

La localidad de Aniñón se extiende sobre un cerro en el piedemonte de la Sierra de la Virgen y entre su caserío se alza majestuosa la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. De estilo gótico-mudéjar en su origen, su aspecto actual es fruto de una sucesión de intervenciones llevadas a cabo desde el siglo XIV. El templo fue declarado Monumento Nacional en 1981 y en 2001 se amplió esta declaración de Bien de Interés Cultural con la delimitación del monumento y su entorno de protección.

Según un documento de 1283, el obispo de Tarazona solicitó ayuda para finalizar la construcción de un templo dedicado a la Virgen que, según la tradición oral, sufrió un incendio unos años más tarde, hacia 1300. Puede deducirse que, tras este incidente, se construyó a principios del siglo XIV una iglesia mudéjar de la que solo se conserva su bella torre. En las inmediaciones se localizan también los restos de lo que pudo ser un recinto fortificado construido a mediados del siglo XIV, durante la guerra de los dos Pedros.

A partir de 1568, el primitivo templo mudéjar fue ampliado y remodelado, y el 20 de octubre de 1594, ya finalizadas las obras, fue consagrado por Pedro Cerbuna, obispo de Tarazona y fundador de la Universidad de Zaragoza. Posteriormente, en el siglo XVIII, se llevaron a cabo trabajos de ampliación y remodelación en estilo barroco de las capillas del Santísimo Misterio de Aniñón y de Nuestra Señora del Rosario.

Al exterior, uno de los elementos más destacados es la torre que se encuentra adosada al lado noreste de la iglesia. Mide más de 30 metros y cuenta con dos cuerpos, el inferior con estructura de alminar con machón central, y un recrecimiento realizado en el siglo XVI. Llama la atención la abundante decoración a base de ladrillo resaltado configurando paños con motivos en zig-zag, cruces o arcos mixtilíneos entre otros, y bandas de esquinillas. En el cuerpo superior se abren vanos apuntados geminados que se decoran además con cerámica vidriada.  

Sobresale también dentro de la tradición mudéjar el hastial occidental realizado en ladrillo sobre zócalo de sillería. Está dividido en tres calles verticales entre cuatro potentes contrafuertes y en tres zonas horizontales mediante dos impostas de ladrillo aplantillado y una de modillones. Cuenta con decoración a base de bandas de ladrillo con motivos como esquinillas, dientes de sierra o tresbolillo y con aplicaciones de azulejos de color blanco, verde y melado. La datación del hastial ha planteado algunas dudas por su adscripción al estilo mudéjar y, aunque se cree que fue realizado en el siglo XVI al mismo tiempo que se amplió la iglesia, no se puede descartar una cronología anterior.

El acceso al interior de la iglesia se realiza a través de una portada de estilo renacentista. El templo en la actualidad consta de una nave de cuatro tramos con capillas entre los contrafuertes, ábside pentagonal y coro alto a los pies. La cabecera, la nave y las capillas están cubiertas con bóvedas de crucería estrellada con terceletes y combados. La sacristía se ubica junto a la cabecera y está adosada a un cuerpo que enlaza con la torre.

Puerta de la sacristía

La puerta que da acceso a la sacristía se localiza en uno de los lados de la cabecera de la iglesia y podría datar del año 1599. Es un elemento de gran interés dentro del conjunto ya que sus dos hojas de madera presentan una rica y compleja decoración que se enmarca dentro de la tradición mudéjar y que tiene como motivo central una estrella de ocho puntas.

Intervenciones

Entre los años 1985 y 1999 se llevaron a cabo, en varias fases, trabajos de restauración que afectaron a la práctica totalidad del edificio. 

Entre 2002 y 2005, las intervenciones se centraron principalmente en el hastial mudéjar, debido al mal estado de conservación de la fábrica de ladrillo, y se realizaron algunos trabajos de saneamiento y restauración de la portada y el atrio de acceso.

La puerta de la sacristía de la iglesia de Aniñón presenta una decoración de lacería adosada a su estructura que muestra la pervivencia de los patrones decorativos del mundo musulmán. Pero, a su vez, en ella también se percibe la evolución y el alumbramiento de un nuevo concepto estético alejado de los cánones pasados.

Así, sobre su superficie de plafones lisos se clavaron una serie de piezas (taujeles), conformando en cada hoja tres ruedas de lazo como resultado de la prolongación de la estrella de ocho puntas.

A diferencia de la labor de lacería tradicional, en la que los taujeles que formaban los trazados eran piezas lisas con gramiles, aquí se han sustituido por molduras de sección clásica de gran grosor.

Sus cruces —y esta es otra gran diferencia— se producen mediante el corte total de cada pieza en la bisectriz del ángulo, no visualizando por tanto ningún efecto de entrelazo, que era la característica fundamental de la lacería. Todas las piezas en esta puerta cobran igual importancia y tamaño. Se percibe solamente la forma estrellada.

Este tipo de trabajo se realizaba a través dos fases. La primera, de replanteo inicial, aseguraba el encaje de todo el diseño sobre la superficie a cubrir y, a su vez, eliminaba el error acumulado en la colocación de las piezas (todavía podemos ver las incisiones del punzón en la puerta al realizar este cometido). La segunda, de trazado con los cartabones de lazo, se elaboraba mediante plantillas en forma de triángulo rectángulo que materializaban el ángulo bisectriz del cruce de los taujeles.

Iglesia de Nuestra
Señora del Castillo

Placeta de la Iglesia
Google maps:
41.444777, -1.704086

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