Iglesia de San Félix

La iglesia de San Félix se alza majestuosa sobre el casco urbano de Torralba de Ribota con aspecto robusto que delata su carácter militar. Se trata de uno de los templos más característicos del arte mudéjar aragonés que ya en 1931 fue declarado Monumento histórico artístico y que en la actualidad, como Bien de Interés Cultural, goza del máximo grado de protección legal.

Su construcción se inició tras la guerra castellano-aragonesa de los dos Pedros (1356-1369), por decreto del obispo de Tarazona, Pedro Pérez Calvillo; como consecuencia de la contienda, gran parte de los edificios, la iglesia y la muralla de la localidad habían quedado destruidos. Las obras avanzaron lentamente en dos fases y su culminación se fecha hacia 1433, siendo obispo de Tarazona Juan de Valtierra. Se cree que el maestro Mahoma Rami pudo intervenir en la segunda fase y en el acabado general del edificio.

Tipológicamente, el templo pertenece a la categoría de las iglesias-fortaleza. Su planta es rectangular, de una nave de dos tramos cubiertos con bóveda de crucería, separados por otros tres tramos cortos abovedados con cañón apuntado; capillas laterales entre torres-contrafuerte, presbiterio orientado al sur formado tres capillas de planta cuadrada y coro alto a los pies. Sobre las capillas laterales y las de la cabecera se dispone una tribuna, pasadizo, a modo de galería abierta al exterior y circunvalable, en cuyo lado interior se disponen los ventanales de iluminación de la iglesia, y en el exterior se abren unas galerías de arcos apuntados corridos.

El espacio interior se halla ricamente ornamentado: la decoración pintada y agramilada cubre enteramente los muros y bóvedas, y la decoración en yeso hace lo propio en vanos y óculos de iluminación. Destacan en este espacio algunos elementos de madera como el alfarje que soporta el coro alto a los pies, los pinjantes de las claves de las bóvedas así como el sencillo carrillón.

El exterior de la iglesia se presenta como un volumen compacto de ladrillo, flanqueado por cinco torres de pequeño tamaño y otra de mayores dimensiones en el hastial de los pies, que están unidas por las galerías de arcos de la tribuna o andito. La fachada de los pies y las dos torres que la flanquean presentan mayor riqueza decorativa que el resto, concentrada en grandes paños realizados mediante la técnica del ladrillo resaltado.

En la actualidad, la iglesia dispone de dos portadas de acceso; la original situada a los pies del templo, que fue clausurada en la primera mitad del siglo XVIII para construir un coro bajo, y una segunda puerta en la fachada este. La portada primitiva, que volvió a readecuarse en 1971, abre en arco apuntado recuadrado por un alfiz con las albanegas decoradas a base de yeserías góticas.

Alfarje del coro alto

A los pies de la iglesia se ubica el coro alto sustentado por un alfarje de madera policromada que apoya sobre una triple arcada, siendo los arcos laterales apuntados y el central rebajado. Su factura se atribuye a la escuela de fusteros de Calatayud, artífices también del alfarje de la iglesia de la Virgen de Tobed y cuya influencia es evidente tanto estilística como formalmente.

El alfarje tiene la misma anchura que la nave de la iglesia, es decir, 10,90 metros, pero es de escasa profundidad y se divide en dos partes: una interior entre el muro de los pies de la iglesia y la arcada, y otra exterior que vuela sobre la nave a modo de alero y que soporta la tribuna del coro.

La zona interior tiene una estructura peculiar con dos largas jácenas que apoyan en el muro y en la arcada respectivamente, y entre ellas las jaldetas. Los canes, con forma de proa aquillada, se disponen en doble hilada, siendo los del nivel inferior más gruesos y con una mayor separación entre ellos. En la parte exterior se introduce una tercera hilada de canecillos que prolonga la longitud del voladizo.

La decoración cubre la totalidad de la superficie del alfarje con motivos vegetales, geométricos, epigráficos, figurados y heráldicos.

En el frente de los canes se representan rostros con rasgos humanos, con volutas en los laterales a modo de cuernos, que se han interpretado como carneros o seres fantásticos. Los papos y alzados están decorados con elementos geométricos y vegetales enmarcados por grecas.

En los casetones se representan ruedas estrelladas blancas sobre fondo rojo, con la excepción de aquellos situados entre las jaldetas, que muestran jarrones con flores sobre fondo negro.

Las tabicas que cubren los espacios verticales entre cada par de canecillos recogen un gran repertorio ornamental. Como único motivo heráldico, se repite el escudo de Torralba de Ribota con su torre inscrita en un rombo de fondo rojo. La decoración figurada es muy diversa e incluye representaciones de animales tanto reales como fantásticos. Destacan las de distintas aves, un ciervo, un león, así como un numeroso grupo de dragones e incluso un ave fénix. Otros elementos que aparecen en las tabicas son las coronas rodeadas de formas vegetales, los jarrones con flores y otras composiciones vegetales, que también se observan en el alfarje de la iglesia de Cervera de la Cañada.

Entre los canecillos del nivel inferior, las tabicas de mayor anchura presentan inscripciones en letra gótica con oraciones dedicadas a la Virgen María y a Cristo y, en letra cúfica, la profesión de fe dedicada a Alá.

Intervenciones

En la iglesia de San Félix de Torralba de Ribota se han llevado a cabo, desde su construcción, numerosas intervenciones; principalmente, adecuaciones y modificaciones por cambios de uso de los espacios y labores de mantenimiento y restauración.

A mediados del siglo XX, entre 1944 y 1972, se realizaron numerosas obras de restauración en diferentes fases. En los primeros años, trabajos de urgencia descritos en la documentación como «reparaciones y consolidaciones en la parte de los pies del templo». Además, se realizó un profundo proceso de restauración de la iglesia y de recuperación de su aspecto mudéjar original.

Entre 1986 y 1992 se acometieron, en varias fases, obras de refuerzo de la cimentación y la consolidación o sustitución de los elementos más deteriorados de la fábrica y las cubiertas.

Unos años más tarde, entre 1998 y 2003, se concluyó la restauración del exterior y se realizó una parcial del interior, completada en el año 2016.

En el alfarje de la iglesia de San Félix de Torralba de Ribota se hizo virtud de la necesidad al ejecutar una obra de carpintería que suponía todo un reto arquitectónico. Esto es debido a que el escaso espacio que existía entre la arcada de arcos apuntados y el muro de entrada hizo necesaria una ampliación de su anchura.

El equipo de fusteros planteó una sucesión de ménsulas, canes y canecillos, encabalgados unos sobre otros hasta casi doblar la anchura disponible. Fue todo un ejercicio de replanteo y organización de los elementos para integrarlos en un conjunto coherente y bien estructurado. Incluso los quiciales de las puertas de entrada a la iglesia estaban contemplados dentro del plan inicial, pues ambos quiciales son a su vez ménsulas del orden inferior de soportes de los canes superiores.

Este es el aspecto más destacable, así como su profusa decoración pictórica; otra vez el color rojo y el azul índigo son protagonistas del aspecto actual del alfarje. Como en otros casos como el de Tobed o el Cervera de la Cañada, los artistas mudéjares decoraron la tablazón con motivos florales, geométricos y heráldicos en las ventanas de la labor de menado, tabicas y perfiles.

También aquí —obedeciendo al gusto y a la moda predominante— los extremos de los canes y canecillos se tallan con perfil aquillado.

Estamos, en definitiva, ante una espectacular obra carpintera que afrontó con solvencia un proyecto arquitectónico y que quedó como muestra permanente de la alta calidad del oficio desarrollado por los fusteros mudéjares de la zona.

Iglesia de San Félix

Calle de la Iglesia, 4
Google maps:
41.416322, -1.683063

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